Todo lo que debes saber sobre el asma y la conducción para garantizar tu seguridad
El asma es una enfermedad crónica que afecta tanto a niños como a adultos, y se calcula que la padecen en el mundo nada menos que 235 millones de personas. Tos, sibilancias, disnea y opresión torácica son algunos de los síntomas que provoca. Estos pueden ser intermitentes y suelen agravarse ante determinadas situaciones y factores desencadenantes. A la hora de ponernos al volante, debemos evitar hacerlo siempre que pensemos que podemos sufrir un episodio y, por supuesto, siempre que se trate de un asma grave.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define asma como una enfermedad crónica que se caracteriza por ataques recurrentes de disnea y sibilancias, y que varían en severidad y frecuencia de una persona a otra. Los síntomas pueden sobrevenir varias veces al día o a la semana, y en algunas personas se agravan durante la actividad física o por la noche. Lo que ocurre en un ataque de asma es que las vías que conducen el aire a los pulmones se estrechan debido a la inflamación y la compresión de los músculos que las rodean.
Hay que tener en cuenta que los factores desencadenantes varían de una persona a otra pero entre los más frecuentes encontramos las infecciones víricas (resfriados), el polvo, el humo, la contaminación, los cambios meteorológicos, diversos tipos de pólenes, el pelaje y las plumas de animales, o incluso los jabones fuertes y los perfumes.
Si no se recibe el tratamiento adecuado, las personas pueden sufrir trastornos del sueño, cansancio durante el día y problemas de concentración. Cuando los síntomas son graves, las personas asmáticas pueden precisar cuidados urgentes y ayuda hospitalaria.
Es importante tener en cuenta que el asma puede surgir a cualquier edad y que no se trata de un virus infeccioso, aunque sí es cierto que las infecciones respiratorias virales, como el resfriado o la gripe, pueden causar ataques de asma.
El asma leve no suele interferir con las actividades habituales y se controla evitando los factores desencadenantes conocidos y utilizando broncodilatadores a demanda. Por el contrario, el asma de tipo moderado sí que suele afectar a la rutina diaria de los afectados y requiere un tratamiento antiinflamatorio mantenido. Pero, sin duda, el más preocupante es el asma grave, que obstaculiza de forma muy importante las actividades habituales, se controla mal con broncodilatadores y esteroides, y en ocasiones, presenta episodios que ponen en peligro la vida por parada respiratoria o status asmáticus. Por supuesto, si se sufre este último tipo de asma, bajo ningún concepto se debe conducir.
En este sentido, también debemos poner el foco en el asma profesional, que es aquél provocado por la inhalación de partículas o vapores industriales con propiedades irritantes y alergénicas. Los síntomas suelen producirse durante el horario laboral por el contacto con la sustancia o sustancias desencadenantes de la crisis, pero en otros casos pueden aparecer hasta varias horas después de haber acabado la jornada de trabajo.
Consejos para garantizar la seguridad vial
- No se debe conducir si se prevé que se puede sufrir un ataque de asma al volante, especialmente si están presente aquellos factores que sabemos que pueden desencadenarlo.
- El riesgo de dormirse al volante aumenta si no se descansa bien por episodios de asma nocturnos. Hay que tener en cuenta que muchos casos pueden estar sin diagnosticar.
- Precaución con los medicamentos que estés tomando, pueden provocar somnolencia. Solo se puede conducir si nos hemos cerciorado de que la medicación que se está consumiendo no altera la capacidad para ponerse al volante. Por supuesto, nunca se debe recurrir a la automedicación.
- Consulta tu situación particular con tu médico, para determinar la conveniencia o no de ponerse al volante en determinadas ocasiones. Sigue siempre sus pautas, especialmente en lo que respecta a cómo actuar ante un episodio de asma.
- En el coche evita posibles factores desencadenantes como el humo del tabaco, una temperatura demasiado baja dentro del habitáculo, o los ambientadores. En los casos de sensibilidad al polvo o al polen mantén cerradas las ventanillas y limpia el coche con frecuencia.
- Especialmente en aquellos casos en los que el polen es el desencadenante, es importante la sustitución de los filtros de la climatización del vehículo de forma periódica. De esta forma nos aseguraremos de que el aire que entra dentro del habitáculo está limpio de partículas.
- Procura llevar una copia del informe médico para aquellos casos de emergencia.
Claves para reaccionar ante un ataque de asma
- Detén el vehículo en un lugar seguro apartado del tráfico. Para ello, reduce la velocidad y señaliza todas tus maniobras. Si circulas por autovía o autopista y no tienes otra opción, puedes detener el vehículo en la zona más alejada de la circulación que te sea posible.
- Sigue las pautas marcadas por tu médico para estos casos. Lleva siempre la medicación recetada para las crisis asmáticas (se suele pautar un medicamento de alivio rápido). Coloca la medicación en un lugar accesible y seguro, pero recuerda que en el interior de un coche aparcado al sol se suelen alcanzar altas temperaturas, especialmente en verano.
- Acude a un centro de salud u hospital si es necesario y si te encuentras en condiciones de trasladarte.
- Si la crisis asmática persiste tras la medicación o se produce un empeoramiento, llama al 112 y ofrece toda la información de la que dispongas: ubicación exacta del vehículo, medicación de la que dispones o que te has administrado, etc.
La responsabilidad individual es clave, tanto para garantizar tu seguridad como la del resto de usuarios. Evita conducir si prevés sufrir un ataque de asma. De esta forma, te proteges y proteges a los demás.