Nueve de cada diez personas de más de 65 años que sufren una caída tiene algún tipo de lesión y requieren de atención médica
Las caídas en personas mayores son una de las principales causas de lesiones, deterioro funcional e, incluso, defunción en este grupo de la población. De hecho, se estima que cada año se producen 37,3 millones de caídas en el mundo cuya gravedad necesita de atención sanitaria y más de 680.000 personas fallecen a consecuencia de una caída. El estudio “FALL-ER: registro multicéntrico de personas mayores de 65 años atendidas por caída en servicios de urgencia españoles”, realizado por Fundación MAPFRE, busca precisamente cuantificar la gravedad y magnitud del problema, estudiar las características de los afectados y las caídas para ayudar a prevenirlas.
Se calcula que, aproximadamente, un tercio de las personas mayores que viven en sus domicilios se cae cada año y cerca de la mitad de ellas lo hacen más de una vez. Se trata de un problema de salud pública muy importante al que se le debe dar la correspondiente relevancia. Con este objetivo se han valorado un total de 1.610 pacientes de 65 años o más en cinco servicios de urgencias hospitalarios.
Entre los principales y más llamativos datos extraídos, hay que destacar que uno de cada cuatro había sufrido otra caída en los 12 meses previos o un ingreso o atención urgente en relación con las caídas y uno de cada cinco había sufrido fracturas previas. Por ello, es importante tomar medidas para que no vuelvan a sufrir este tipo de incidente tan lesivo.
¿Dónde ocurren las caídas?
El domicilio es el lugar donde más se producen (64,9%) y más concretamente durante el día (78,3%). La zona más frecuente es el dormitorio (35,9%), seguido del baño (12,0%) y la cocina (11,6%). El resto de las caídas se producen principalmente en la calle.
En referencia a la gravedad de la caída, un 32,2% de los pacientes pudieron levantarse por sí mismo; un 43,9% necesitó ayuda y un 23,9% fue incapaz de levantarse.
También hay que destacar que un 25,4% de los pacientes tuvieron al menos un factor intrínseco como origen de la caída, siendo los más frecuentes el síncope o el presíncope (26,5%), seguidos de los trastornos de la marcha por parkinsonismo, demencia u otras enfermedades neurológicas (25,5%).
Cuando se produce la caída, la lesión es casi inevitable. De hecho, un 91,3% de las personas que sufrieron una caída presentó algún tipo de lesión, según el estudio. Igualmente, el 52% presentó heridas, contusiones o laceraciones y el 38,2% fracturas. Un 16,5% sufrió traumatismo craneoencefálico y un 2,4 % lesión intracraneal (hematoma epidural, hematoma subdural, hemorragia intraparenquimatosa o subaracnoidea).
Cinco de cada diez tienen temor a caerse nuevamente
El miedo a volver a caerse (consecuencia psicológica) lo refieren el 47%. Y es que cuando sufren una caída con la correspondiente lesión, su autonomía e independencia se ve mermada. En el grupo de personas mayores sin problemas previos de movilidad, un 18,6% necesitó algún tipo de ayuda para la deambulación. Entre los que usaban bastón, uno de cada cinco necesitó incrementar el tipo de ayuda, y de los que usaban andador, uno de cada cuatro.
Las personas que sufren una caída a partir de los 65 años necesitan una atención sanitaria más concreta. De hecho, un 45,5% llegaron al hospital en ambulancia y la gran mayoría necesitó de exploraciones complementarias: un 85,1% requirió de una radiografía, el 43,6% necesitó analíticas de sangre y orina y el 24,8% una tomografía axilar computarizada. Igualmente, señalar que a uno de cada tres pacientes se le tuvo que realizar un electrocardiograma.
En lo que se refiere a tratamientos administrados en urgencias, el 13,7% necesitó puntos de sutura mientras que el 37,3% requirió una inmovilización o una férula, y un 11,6% una intervención quirúrgica. Hay que señalar que el 23,5% de los pacientes tuvieron que ser ingresados en el hospital.
Prevenir para evitar
En este sentido, el estudio pone el foco en la identificación de los factores de riesgo extrínsecos (relacionados con el ambiente o su interacción con el entorno) e intrínsecos (son los relacionados con el propio paciente) como algo fundamental para prevenir nuevos episodios.
En este sentido, se ofrecen las siguientes recomendaciones para la atención en urgencias:
- Educar y sensibilizar a familiares, a los profesionales y al propio paciente.
- Realizar de forma protocolizada una valoración exhaustiva de los factores de riesgo, tanto extrínsecos como intrínsecos, para prevenir nuevas caídas.
- Tratar factores de riesgo como problemas cardiovasculares, neurológicos, consumo inadecuado de fármacos u otros.
- Revisar y modificar el tratamiento farmacológico previo al alta.
- Asegurar al alta la coordinación con atención primaria y con las especialidades médicas y quirúrgicas correspondientes es fundamental.
Cuídate para prevenir. Evita todos los riesgos posibles, tanto en el hogar como en la calle. Una mala caída puede provocar graves lesiones.