Conducir bajo los efectos del alcohol, más que una simple multa
Ponerse al volante con una tasa de entre 0,25 mg/l y hasta 0,50 mg/l puede suponer una sanción de 500 euros y la retirada de 4 puntos del carnet de conducir. Si se sobrepasan los 0,50 mg/l hablamos de 1.000 euros de multa y 6 puntos. Por encima de eso nos tenemos que ir a una tasa de alcohol superior a 0,60 mg/l en aire espirado o 1,2 gr/l en sangre para que deje de considerarse una infracción administrativa y pase a ser un delito contra la seguridad vial castigado con penas de prisión de tres a seis meses, multa de seis a doce meses o trabajos en beneficio de la comunidad de 30 a 90 días, además de la privación del derecho a conducir de uno hasta cuatro años.
Estas sanciones no son comparables a las terribles consecuencias que puede suponer conducir bajo los efectos del alcohol. Y es que una mala decisión puede conllevar un antes y un después en la vida. Por ello, desde Fundación MAPFRE queremos insistir en la importancia de no correr riesgos en la carretera. Al volante la mejor tasa es la 0, también en Navidad.
Conducir bajo los efectos de alcohol puede suponer un cambio radical en la vida de muchas personas. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses relativos a 2021, en el 49,4% de las muertes en carretera que se produjeron ese año se detectó presencia de alcohol, drogas o psicofármacos, aisladamente o en combinación. A esto hay que añadir que el 75% de estos conductores positivos arrojó una tasa de alcoholemia muy alta, igual o superior a 1,2g/L, lo que correlaciona con grados de intoxicación muy severa.
Para intentar reducir al máximo el número de víctimas mortales en la carretera por el consumo de alcohol, la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil realiza controles de alcoholemia durante todo el año, incrementándose especialmente los fines de semana o en campañas especiales como la de la Navidad o verano. Durante 2021 se realizaron nada menos que 5,4 millones de estos controles.
¿Cómo nos afecta el alcohol? Hay que tener en cuenta que hablamos de un depresor del sistema nervioso central que altera tanto la aptitud como la actitud para ponerse al volante. Por ello, es un importante factor de riesgo y causa de muchos siniestros de tráfico. Concretamente, de casi una cuarta parte de los siniestros viales mortales, según la Dirección General de Tráfico (DGT).
No es necesario tener una elevada tasa de alcohol en sangre para sufrir un siniestro en la carretera. Sus efectos sobre la capacidad para conducir comienzan desde los inicios, incluso a niveles muy bajos. Por supuesto, a medida que aumenta su consumo, también se incrementa el riesgo. Según la DGT, con una tasa de 0,5 gramos de etanol por litro de sangre el riesgo de sufrir una colisión se multiplica por dos. Si la tasa es de 0,8 gramos por litro, el riesgo es 5 veces mayor.
Aunque en un primer momento causa furor y euforia, hay una pérdida de control real y una disminución de la percepción del riesgo, algo muy peligroso cuando nos ponemos al volante. Se subestima la velocidad y, además, hay un deterioro de la función psicomotora.
A partir de los 0,5 mg/l, surgen problemas para adaptar la visión a los cambios de luz, hay una alteración en la toma de decisiones y surge la impulsividad y la agresividad. Se cometen mayor número de errores en la trayectoria, se pierde el equilibrio y se incrementa la somnolencia. Por supuesto, según se va incrementando la tasa, surgen problemas perceptivos como la visión doble, visión en túnel… Hay una sobreestimación de las propias capacidades y una importante alteración del tiempo de reacción. Por supuesto, surgen problemas de coordinación y atención.
Estos son los efectos en la persona y/o conductor que ha consumido alcohol, pero peores pueden ser las consecuencias. Por todo ello, lo mejor es no correr riesgos. La única tasa al volante es 0,0.