La difícil decisión de dejar de conducir de los más mayores: el 45% reconoce haber dejado las llaves de manera involuntaria
Tomar la decisión de no volver a conducir es una cuestión muy importante y difícil, especialmente cuando la persona no cuenta con alternativas de movilidad que sustituyan al vehículo privado. De hecho, casi la mitad de las personas mayores (el 45%) que han dejado de conducir siente que se ha reducido su nivel de independencia. Así lo concluye el estudio ‘El proceso de cese de la conducción en personas mayores’, realizado por Fundación MAPFRE, cuyo objetivo es analizar la seguridad al volante de los conductores de más de 65 años, dar a conocer las variables socioemocionales que influyen en la decisión de decir adiós a las llaves y exponer las consecuencias que conlleva tomar esta decisión. Este estudio también explica cómo influye el deterioro cognitivo de estas personas en la seguridad vial, una condición cada vez más frecuente a medida que las personas envejecen, y que puede resultar más difícil de diagnosticar en sus fases iniciales.
Ir a hacer la compra, acudir al médico o a visitar a un familiar. La posibilidad de moverse en un vehículo privado es una opción a la que es complicado renunciar, especialmente según se van cumpliendo años y si no se cuenta con una alternativa de movilidad eficaz. Por ello, muchos son los conductores de avanzada edad que se resisten a dejar las llaves para siempre.
“Las personas mayores, sólo por el hecho de ser mayores, no son más peligrosas que las demás. De hecho, vemos que la tasa de implicación por cada 1.000 conductoras es menor en las de mayor edad. Diríamos que son más seguras”, afirma Jesús Monclús, director del Área de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE. Y es que tienen más experiencia, son menos arriesgadas y toman mejores decisiones. Además, tal y como enumera, “aunque pueden tardar más tiempo que una persona joven en tomar una decisión, suelen ser más precavidas y, en general, evitan los desplazamientos de mayor riesgo”.
El mencionado estudio revela que los siniestros viales con lesiones a terceros y mayores de 65 años son entre un 24% y un 51% menos frecuentes que los de los más jóvenes. Sin embargo, son más frágiles. “Cuando una persona mayor se ve implicada en un siniestro, el riesgo de que esa persona sufra lesiones graves o mortales es mucho mayor”, afirma Monclús.
El deterioro cognitivo es, sin duda, uno de los principales escollos para seguir conduciendo cuando se llega a una edad. “A partir de los 65 años se duplica esta prevalencia de deterioro cognitivo. Ante el menor síntoma, hay que comentarlo al médico de cabecera que derivará al especialista”, apunta Isabel Sala, neuropsicóloga de la Unidad de Memoria, del Servicio de Neurología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.
Debido al aumento de la esperanza de vida, cada vez hay más personas mayores de 65 años que siguen conduciendo. En los últimos años ha aumentado un 10% en los hombres y en las mujeres se ha duplicado. De hecho, tal y como apunta Isabel Sala, “la edad es un factor de riesgo para el deterioro cognitivo. Sin embargo, casi el 30% de los pacientes con demencia siguen conduciendo pese a la recomendación de cese y tienen más probabilidades, entre un 2,5 y 8%, de sufrir un accidente de tráfico”, añade.
Olvidarse de poner el intermitente, no recordar un camino, adelantamientos incorrectos o peligrosos, perderse conduciendo o sentimiento del acompañante de no seguridad son algunas de las pistas de que el conductor debe ser evaluado. Desde el momento en el que se perciben las primeras señales de alerta, suele transcurrir un año hasta que se hace el cese definitivo. Según dicha investigación, los 75 es la edad media a la que se abandona la conducción. Pese a todo, el 45% de los exconductores sénior reconoce haber dejado las llaves de manera involuntaria. De ellos, el 41% es por sus condiciones médicas, el 36% por problemas de memoria, el 32% por dificultades para conducir el vehículo y un 23% por un diagnóstico de demencia.
Las respuestas varían mucho cuando los familiares son los que responden: un 74% de ellos asegura que el mayor ha dejado la conducción de forma involuntaria, principalmente por problemas cognitivos (61%), deficiencias en la conducción y malas condiciones físicas (35%), así como debido a un diagnóstico de demencia (17%).
Según la encuesta realizada a casi 50 personas, en los casos de cese “forzoso”, el 41% lo vive de forma negativa, pues siente que pierde autonomía, porque no cree que deba dejarlo (27%), porque siente que no tiene el control de la decisión (18%) y porque le produce vergüenza y sensación de inutilidad (14%). Entre las consecuencias más frecuentes cuando se abandona la conducción, destaca el hecho de estas personas tienen menor nivel de independencia (44%) y suelen abandonar alguna de sus actividades habituales (45%). Cuatro de cada diez también reconocen que mejora su funcionamiento cognitivo cuando dicen adiós a las llaves, tal y como ha detallado Elena Vera, investigadora predoctoral en la Unidad de Memoria de dicho centro.
Mejorar el diagnóstico y elaborar nuestros test, entre las propuestas de mejora
Lo cierto es que hay muchas líneas para seguir avanzando. Tal y como ha enumerado Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE, durante la presentación del informe, es muy importante mejorar el conocimiento sobre la relación entre deterioro cognitivo inicial y seguridad vial, así como alcanzar un consenso sobre las baterías de tests más adecuadas para diagnosticar dicho deterioro cognitivo y su posible combinación con valoraciones en simuladores o en tráfico real.
Todos los expertos del estudio han coincidido, además, en la importancia de diseñar nuevos test de aptitud para la conducción de los mayores; fomentar cursos de actualización de conocimientos y habilidades de conducción en todos los conductores, y facilitarles herramientas para el autodiagnóstico preliminar de las capacidades de conducción, incluidas apps. Por supuesto, deben ir acompañados posteriormente por una evaluación presencial.
Además, se considera necesario revisar el sistema de renovación de carné, ya que casi la mitad tienen el carné vigente y los familiares reportan que no se les debería haber renovado.
Actualmente, en España, el período de vigencia de los permisos de motocicleta, coche y moto y de las licencias de conducción es de 10 años hasta los 65 años, y a partir de esa edad, la renovación se realiza cada cinco años. En el caso de los permisos profesionales de camión y autobús, se renuevan cada cinco años hasta los 65 de edad. A partir de entonces, es cada tres años.
Reforzar las restricciones individualizadas como alternativa a la retirada del permiso de conducir es una medida muy defendida por los expertos. De esta forma, por ejemplo, se puede seguir conduciendo, pero con restricciones como hacerlo sólo durante el día y no por la noche, o solo con una distancia de kilómetros determinada, entre otras opciones.
Los profesionales de la investigación también defienden que las renovaciones en caso de periodos de vigencia más cortos sean renovaciones gratuitas y que se garantice una oferta de transporte público accesible y versátil.
También se aboga por desarrollar materiales para familias y también para gerontólogos, neurólogos y otros profesionales e incluir la medicina de tráfico en la formación de todos los licenciados en Medicina.
Es primordial “fomentar la empatía hacia los conductores mayores”, resalta Jesús Monclús, así como profundizar en el conocimiento de las ventajas de las nuevas tecnologías de ayuda a la conducción en el caso de conductores y conductoras mayores.
¿Te sientes identificado con algunas conclusiones del estudio o has notado un deterioro de tus capacidades para conducir? Una evaluación completa puede ser la mejor respuesta. Y es que es de vital importancia conducir con todas las aptitudes al 100%.