Síntomas con los que no deberías conducir
Fiebre, dolor de cabeza, náuseas…son síntomas de que algo no va bien. Y es que un fuerte resfriado o una gripe bien cogida alteran por completo nuestros cinco sentidos. ¿Sabemos cuándo una enfermedad nos impide conducir?
La palabra más importante la tendrá siempre el médico. Él será quien nos recete la medicación correspondiente y nos indique si en nuestro estado, podemos seguir poniéndonos al volante sin peligro. Recuerda que hay mucha medicación que no es compatible con la conducción.
Hay enfermedades que influyen de manera negativa en nuestra seguridad vial. Así, una gripe o alergia puede ocasionarnos dolor de cabeza, lagrimeo, cansancio generalizado o somnolencia. El consejo: pedir al médico que te recete los medicamentos que menos efectos secundarios tengan. En caso de que su jornada laboral se desarrolle la mayor parte del tiempo en la carretera, es muy importante indicarle este punto al doctor. Él será quien tome la decisión.
Si sufre diabetes, puede sufrir temblor, nerviosismo, confusión, alteraciones de la visión. Debemos controlar la glucemia antes de viajar y llevar en el coche alimentos ricos en hidratos de carbono. Podemos conducir si somos conscientes de los riesgos derivados de esta enfermedad y si la tenemos bien controlada.
Tampoco se impide la conducción si sufrimos de hipertensión arterial. Sólo es desaconsejable en casos complicados en los que se pueda ver afectada la visión o la función renal. En casos de apnea del sueño, con somnolencia diurna, cansancio y déficit de atención, se recomienda consultar al médico, así como evitar el consumo de alcohol y sedantes. Recuerda que uno de los principales factores para realizar una conducción segura es el descanso. Se puede conducir siempre que los informes estén controlados y se cumpla adecuadamente con el tratamiento.
En los casos de depresión, se pueden tener síntomas como disminución de la atención, ansiedad, dificultad en la toma de decisiones, alteraciones del sueño. Desde Tráfico se aconseja evitar conducir en las primeras fases del tratamiento, en los cambios de medicación y de dosis. Por este motivo, no se debe conducir hasta que desaparezcan los trastornos del estado de ánimo, que conlleven riesgos para la vida propia y para la de los demás.
Si, por el contrario, sufre alteraciones de la visión con señales como disminución de la agudeza visual, del campo visual o enfermedades progresivas, se recomienda utilizar la corrección óptica adecuada, llevar gafas de repuesto en el coche y no conducir tras utilizar colirios para dilatar la pupila. No se puede conducir después de haber sufrido una cirugía (cataratas, miopía…). No se permite hasta pasado 1 mes para los conductores del permiso B1 y hasta 3 meses para los profesionales.
Desde el área de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE se hace hincapié en la importancia de consultar al médico de atención primaria o especialista sobre la posibilidad de seguir circulando. Destacar que en muchos casos es la medicación prescrita la que impide esta conducción. Podemos ver las restricciones de estos medicamentos en los folletos. Todos ellos irán acompañados de un pictograma: un coche dentro de un triángulo.