Todo lo que debes saber para conducir en invierno con climatología adversa
Conducir en invierno no siempre es fácil. Y es que las bajas temperaturas y las habituales condiciones climáticas adversas como la lluvia, la nieve, el hielo o el viento, hacen que tengamos que modificar nuestra forma de conducir. A esto hay que añadir un factor muy importante: tener especial precaución con nuestro vehículo, que debe estar en condiciones óptimas. Repasamos ahora los consejos de los que ya hemos hablado en las últimas semanas para conducir en invierno con seguridad.
-Previsión y planificación son claves. Consulta con antelación el tiempo que va a hacer y, en caso de condiciones muy adversas, evita utilizar el vehículo. Puedes consultar la previsión meteorológica en la AEMET, en la Dirección General de Tráfico o en el 011.
-Vehículo en buen estado. Comprueba que la ITV está en vigor, y que elementos como la batería, las luces y el alumbrado, los limpiaparabrisas, y los niveles de los líquidos (anticongelante, aceite, limpiaparabrisas específico para invierno…) están en perfectas condiciones.
Son especialmente importantes los neumáticos, cuya profundidad de dibujo debe ser superior a 1,6 mm. Igualmente, debemos revisar el inflado, que debe seguir las indicaciones del fabricante. Recuerda que la presión, ya sea por exceso o por defecto, influye en el agarre al asfalto.
Respecto al tipo de neumático, los de “invierno” o “todo tiempo”, pueden circular sobre nieve o hielo sin cadenas, en caso de ser obligatorio. Estos neumáticos deben llevar el logo del copo de nieve y la montaña de tres picos, y las siglas M+S. Lo detallamos todo en esta infografía:
-Parabrisas con hielo. No eches agua caliente directamente sobre un cristal congelado, ya que podría rajarse por la diferencia de temperatura. Se pueden utilizar productos específicos, algo de alcohol, o agua fría. Puedes utilizar también la típica rasqueta para retirar el hielo.
-Sin ropa voluminosa. Recuerda quitarte el abrigo, bufandas, guantes, etc., a la hora de conducir. La ropa puede impedir la libertad de movimientos dentro del vehículo y puede hacer que tardes en reaccionar ante un imprevisto. Además, resta efecto al cinturón de seguridad y se puede sufrir el conocido como efecto submarino (el cuerpo se desliza dentro del cinturón). La mejor opción es llevar una temperatura interior de entre 20º y 22ºC.
Conducir con lluvia
Es obvio, pero conviene recordar que conducir con lluvia es más peligroso que hacerlo sobre asfalto seco, por lo que en estas circunstancias hay que reducir la velocidad, aumentar la distancia de seguridad y utilizar el alumbrado de cruce o de corto alcance. En caso de lluvia muy intensa se debe encender el alumbrado antiniebla.
Permanece atento a las acumulaciones de agua en la calzada, que aumentan el riesgo de sufrir “aquaplanning” y provocar una salida de la vía.
Extrema la precaución y no realices maniobras bruscas, ya que en estas condiciones se puede perder el control muy fácilmente.
Conducir con nieve
La nieve es un factor meteorológico muy complicado. Consulta con antelación las previsiones y evita conducir si no es necesario.
Pero en caso de tener que conducir son aplicables las mismas precauciones que con la lluvia (velocidad, distancia de seguridad, suavidad de marcha, alumbrado, etc.), a lo que hay que añadir la necesidad de usar cadenas si las condiciones lo requieren, o si lo obligan las autoridades.
Como consejo adicional, si hay nieve pero hace sol es recomendable usar gafas polarizadas para evitar deslumbramientos.
En todo caso, presta atención a la señalización en los paneles de mensaje variable y a las indicaciones de los agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil.
Conducir con hielo
El hielo es quizá la condición más peligrosa para conducir, ya que no se aprecia con facilidad y es muy resbaladizo. Permanece especialmente atento si las temperaturas son muy bajas y hay humedad en el ambiente, sobre todo por la noche o en zonas de sombra permanente (entrada y salida de túneles, puentes, arbolado…).
Si te encuentras con una placa de hielo, levanta inmediatamente el pie del acelerador y sujete con firmeza el volante. Tampoco pises el freno, para evitar que el vehículo se deslice sobre la placa.
En estas condiciones es mejor utilizar marchas largas, con marchas cortas es más fácil que las ruedas patinen.
Conducir con niebla
Cuando la visibilidad es escasa la recomendación inmediata es encender el alumbrado correspondiente, aumentar la distancia de seguridad y reducir la velocidad, incluso hasta detenerse si fuese necesario. Por supuesto, en este último caso se debe buscar una zona segura fuera de la vía.
No enciendas las luces de largo alcance, las gotitas de niebla te deslumbrarán.
Y recuerda que algunos sistemas ADAS que funcionan con cámaras podrían no realizar correctamente su función en estas condiciones.
Conducir con viento
Con viento lo más importante es no perder el control del vehículo. Especialmente peligroso es el viento lateral, que puede llegar a desplazar la trayectoria del vehículo y provocar incluso la salida de vía.
Hay que extremar la precaución en los adelantamientos. El vehículo al que adelantamos, especialmente si es muy voluminoso, puede hacer de pantalla y provocar que suframos un “golpe de aire” durante la maniobra. También hay que tener cuidado cuando salimos de túneles, ya que puede suceder lo mismo.
Si notas uno de estos golpes de aire, lo que hay que hacer es girar ligeramente el volante en el sentido contrario para contrarrestar el empuje del aire. En todo momento se debe sujetar con firmeza el volante, pero siempre con precaución para no perder el control del vehículo.
Por último, no olvides que pueden caer objetos en la vía en cualquier momento, como ramas, basura, cartones, carteles…
Todas estas recomendaciones están recogidas en nuestra infografía: