¿Pone un vaso de cerveza en riesgo tu seguridad al volante?
El consumo de cerveza se incrementa durante los meses de verano debido al buen tiempo, a las ganas de diversión con la familia y los amigos, y a los cambios en los hábitos de consumo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que su consumo y la conducción son totalmente incompatibles.
Los meses de verano concentran el 31 % del consumo anual de cerveza, según Cerveceros de España. Salimos más con los amigos, llegan los días de vacaciones, de sol, y de playa y terraza. Sin embargo, debemos tener en cuenta que la cerveza también afecta a nuestra conducción. Un vaso de cerveza puede ser suficiente para dar positivo cuando hablamos de personas de complexión media. Por supuesto, hay que destacar que en ello intervienen muchos factores como si eres hombre o mujer, la tolerancia al alcohol, el peso, si se han ingerido alimentos previamente…
Según la Dirección General de Tráfico, cuando hablamos de una cerveza de 330 ml de 5º, un hombre de entre 70 y 90 kg de peso ya daría una tasa de 0,21 a 0,28. En el caso de una mujer de entre 50 y 70 kg, ya se daría una tasa de 0,34 a 0,48. Con dos tercios, el hombre pasaría a tener una tasa de entre 0,43 a 0,55 y la mujer de 0,68 a 0,95. Si son tres tercios, el hombre tendría una tasa de alcohol de 0,64 a 0,83 y la mujer de 1,02 a 1,43.
Con estos datos en la mano, es importante poner en valor que no merece la pena correr riesgos. Al volante la tasa más segura es la 0,0, es decir, no consumir alcohol. Hay que tener en cuenta que, aunque dos personas que tengan el mismo peso y altura beban exactamente la misma cantidad de alcohol es imposible asegurar que su tasa de alcohol, ya sea en sangre como en aire espirado, va a ser la misma. Incluso una misma persona que tome el mismo alcohol en dos días diferentes no daría la misma tasa de alcohol en un control de alcoholemia.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que la absorción del alcohol es más lenta con bebidas fermentadas, como es la cerveza o el vino, que con las destiladas, como es la ginebra, el ron o el whisky. A esto hay que añadir que el alcohol tomado junto a otras bebidas gaseosas, o tomado caliente, puede favorecer la rapidez de aparición de la alcoholemia.
No debemos olvidar que el alcohol produce alteraciones en el comportamiento y afecta a las capacidades psicofísicas necesarias para una conducción segura. El conductor no es consciente del riesgo y se infravaloran sus efectos. Disminuye la responsabilidad y la prudencia y aumentan las conductas impulsivas, agresivas y descorteses. Por todo ello, se cometen más infracciones y aumentan las posibilidades de sufrir un siniestro de tráfico.
Igualmente, recordamos las tasas de alcohol permitidas en España, aunque desde Fundación MAPFRE abogamos por la tasa Cero en la conducción.